Las seis de la tarde tamiza su palidez sobre la aldea
De las casas brotan como lirios niñitas decoradas
con cuerpecitos precoces exaltados por la escasez
paseando serenas
decenas de cochecitos de ruedecitas chirriantes
que acallan el coro de los grillos selváticos
por la calle principal
asfaltada por el alcalde bienhechor
cuyo rostro destaca en una inmensa valla
más duradera que el asfaltado que facilita el deslizar
de la caravana de cochecitos
en los que un bebé sonríe
a la ingenua ternura de la madre-niña
que devuelve la sonrisa
con brillo de caramelo.
10 de mayo de 2010
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