Para nada me interesa la teoría fascista, en ninguna de sus versiones - aunque el fascismo original – “fasci di combattimento” - se definía anticapitalista, antiburgués, antiliberal, anticlerical - hasta aquí exactamente como Chávez - y antisocialista, aunque Mussolini provenía del socialismo - sino lo que constituyó su praxis en Italia bajo la égida de Benito Mussolini que terminó fusilado por comunistas enfurecidos y su cuerpo humillado por el populacho desbordado por sus pasiones que se ensañó con el cadáver: Le disparó, apuñaló, orinó, escupió y apedreó, como suele suceder cuando el fanatismo muta. Por eso el terror de Chávez por la premonición de Rafael Poleo.
El fascismo que me sirve de guía se caracterizó por ser un régimen, exactamente como el de Chávez: Antidemocrático ("La democracia ha quitado estilo a la vida del pueblo”, Mussolini), autoritario, dictatorial, violento, personalista, militarista, estatista, centralista, populista, ultranacionalista, expansionista y sectario, quien no era fascista lo esperaba la cárcel o el destierro o el sicariato como el cometido por los “Milicianos Voluntarios” o “camisas negras” – “franelas rojas” en chavismo - contra el dirigente socialista Giacomo Matteotti por haber denunciado el fraude que llevó al poder al narcisista Mussolini, cuya política exterior fue imperialista y colonialista tal como la de Chávez – que también es narcisista - con sus colonias del Caribe, Bolivia, Nicaragua y Cuba cuando sucumban los Castro.
Sus únicas diferencias con Chávez son que perseguía al comunismo y que luchó contra la mafia, lo que aquí campea. Ese fascismo italiano derivó a religión pagana - “El fascismo no es un partido, es un régimen. No es solamente un régimen, sino una Fe. No es solamente una Fe, sino una religión que está conquistando las masas trabajadoras del pueblo italiano" - cuyo sumo sacerdote era el “Duce” tal como el chavismo con “Micomandante” - por eso la oposición oficial sigue en Babia.
La similitud es tan extrema que ambos diseñaron uniformes especiales, con distintivos diferentes a los de sus generales, para su rango. Mussolini – como Chávez - glorificó al Estado -“Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado” - denigró de la razón imponiendo la acción como máxima voluntarista, fundamentó su ideología en una unidad política – económica monolítica que llamó “corporativismo” – como Chávez con el “comunaltivismo” (célula del Poder Popular inconstitucional) - y rechazó la religión organizada, tal cual Chávez.
Tan fascista como el otro
Otras similitudes que inscriben a Chávez como fascista son:
1) Líder mesiánico, carismático, erigido como supremo y único (Chávez: “Yo soy el Estado, yo soy el pueblo, yo soy la ley”), cuya palabra es dogma indiscutible y sus decisiones, por disparatadas o inconstitucionales que sean, “directriz a seguir ciegamente, sin discusión ni análisis”, al respecto escribe Emilio Figueredo: “El poder del jefe en el Estado fascista es indiscutible, es mucho más que un jefe de Estado, está por encima de él, es la personificación misma del poder. Es la suprema autoridad que no tolera sino la subordinación (…). En el fascismo no existe un número dos - “No tengo sustituto” (Chávez) - el jefe máximo es único e insustituible (providencial), tanto en el gobierno como en el partido”. Si esto no es Chávez, revísense.
2) Integración del Estado y sus instituciones al gobierno, que en la realidad es al líder único: En Venezuela la separación de poderes es una ficción (“La agenda de AN la hacemos con Chávez. No tengo rubor en decirlo”, diputado Carlos Escarrá. “Uh ah, Chávez no se va”, coro de Magistrados del TSJ).
3) Partido único, jerarquizado en torno a la figura del líder único (“Los mejores fascistas obedecen en silencio”, Mussolini), íntimamente asociado al Estado y al ejército, del que surge el aparato burocrático que copa toda la institucionalidad estatal, “encargado de custodiar la disciplina social y de mantener la sociedad movilizada en torno de los objetivos impuestos por el gobierno” en nombre del pueblo (Partido Fascista (Italia), Partido Nazi (Alemania), Partido franquista (España) y el PSUV de Chávez). En esto coinciden el fascismo y el comunismo.
4) El terror, bien para eliminar físicamente a los rivales, coincidente con dictaduras comunistas y de ultraderecha (caso Fidel, Mao, Stalin y Lenin y Pinochet y dictaduras argentinas), bien como instrumento ejemplarizante (Mussolini encarceló a Gramsci, Chávez a Álvarez Paz). Las confiscaciones y expropiaciones selectivas, el uso de la justicia para criminalizar la oposición, la amenaza permanente sobre la empresa privada, las agresiones a comunicadores sociales y medios de comunicación por bandas paramilitares (La Piedrita, Lina Ron, Guerreros de la Vega, Alexis Vive, Carapaicas, Tupamaros, Ávila TV, etc.) provistas de impunidad, constituyen formas de terrorismo ejemplarizante aplicado por Chávez con idéntico entusiasmo que Mussolini.
5) Monopolio comunicacional: Herramienta fundamental de los regímenes fascistas; que parte de su desprecio por la masa que los sustenta a la que atribuyen actuación por emociones y no por la convicción de las ideas (“Es una suerte para los dirigentes que el pueblo no piense”, Adolf Hitler. “La masa es descartable, hombres grises”, Mussolini).
Por eso, tal como Chávez, el fascismo procura el control de los medios de comunicación para ponerlos al servicio de la ortodoxia propagandística del régimen: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas... Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad” (Goebbels).
El poderoso aparato comunicacional de Chávez – ahora con guerrilleros reclutados en escuelas – que tiene la misión de masificar la “verdad oficial” para anular la realidad y culpar de las consecuencias de sus errores y omisiones a las víctimas, es uno de los más claros ejemplos del fascismo de Chávez.
6) Concentraciones masivas uniformadas para exaltar la figura del líder (el último César era Mussolini, el nuevo Bolívar es Chávez), adornadas con gigantografías personalistas, banderas, himnos, símbolos y lemas violentos y excluyentes. Y asociación del ejército, en fastuosas paradas militares armadas, con los símbolos partidistas. Como las de Chávez (ejemplo: Celebración del 19A).
7) Racismo: Mussolini era antisemita, odiaba al pueblo judío del que se expresaba con epítetos denigrantes, como lo hace Chávez que, además, propugna demagógicamente la supremacía histórica de afrodescendientes y aborígenes, supuestamente originarios.
8) Subordinación al Estado de todas las organizaciones sociales (sindicatos (que para el fascismo, y para Chávez, no pueden ser un fin en sí mismos sino apéndices gubernamentales), gremios, asociaciones vecinales, etc.).
9) Falsa supremacía moral: El orgullo de ser fascista (chavista): Insuflar al pueblo seducido y sobornado el sentimiento de superioridad sobre la sociedad – por pertenecer al gobierno y portar sus símbolos, aunque esté en la miseria.
10) Economía planificada y dirigida por el Estado, lo que resulta en capitalismo estatal, cuya principal manifestación es la inmensa corrupción generalizada: Coinciden fascismo, comunismo, chavismo.
11) Exacerbación de la importancia política del pueblo: “El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo” (Mussolini). “Un pueblo, un imperio, un guía” (Hitler). “Caudillo, ejército, pueblo” (Chávez).
12) Identificación de un enemigo externo, usado, a través de la propaganda y la arenga mitinesca, para aglutinar la masa poblacional menos informada y más vulnerable en torno al proceso político encarnado en la figura del líder único que guiará la patria hacia una era prodigiosa (Mussolini guiaría Italia hacia el rescate del esplendor de la antigua Roma, Chávez hacia la soberanía e independencia plena). Asociando ese enemigo externo con toda crítica, criminaliza la oposición y autoriza el terrorismo. Y
13) Subordinación de la propiedad privada a los designios sociales del gobierno: Para Mussolini – como para Chávez - la propiedad privada no es considerada un atributo de la libertad.
Así que Chávez sí es fascistal
Por lo anterior expuesto, tengo la razón cuando sostengo que Chávez es fascista – y por consiguiente también lo son los chavistas – pues lo que importa no es la teoría ni las intenciones ni la buena fe, sino la práctica. Y también – sin contradicción alguna – Chávez es comunista, pues comunismo y fascismo terminaron siendo caimanes de un mismo pozo totalitario. Y hacia allá va Chávez a paso de ganso militarista y aquellos que tratan de esconder esta realidad tras sofismas académicos, tendrán mucho tiempo muerto para arrepentirse de su babosa sonsera. Cuando la libertad peligra, todo intento de moderación es cobardía.
15 de mayo de 2010
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