Para comenzar, esa ficción turística,
creada y financiada - ¿cuánto se ganarían los castros con este inútil aquelarre?
-con los dólares petroleros venezolanos para “preservar los valores
democráticos”, con la gruesa intención de destruir la OEA, llamada pomposamente Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños - obviando que el Caribe es un espacio
marítimo latinoamericano - CELAC - más parece CERELAC por la abundancia de
buenas intenciones de las que tapizan el infierno, como eso de declarar a la
región "zona de paz", con
ademán Harry Potter, desapareciendo, de un solo firmazo, guerrillas,
narcotráfico y bandas delictivas de las que asuelan la paz en Venezuela,
afirmando además que este es “un compromiso que implica no producir ni usar armas
nucleares”, serán de yuca amarga, porque, que yo sepa, los únicos capaces de
producir y usar esas armas serían los choros que en la realidad mandan en
Venezuela, según pudimos constatar con el caso patético de Ocumare del Tuy.
Esta organización de intereses creados en torno a los
petrodólares venezolanos, como todas las entelequias de la izquierda, que es el infantilismo
del comunismo, según Lenin, no pasa de ser un bramido de oveja trasquilada que
evidencia sus profundas contradicciones con la inteligencia, por lo que no
entendemos la presencia de líderes más o menos respetables en esa “cumbre”,
salvo que fueran a cobrarles sus deudas a Venezuela, que pierde toda
legitimidad al haber estado presidida “pro tempore” por un decrépito tirano
zarrapastroso cuyos crímenes contra los derechos humanos aterrorizarían al huno
Atila, por lo que cobardemente ese tema estuvo fuera de ser mencionado en los
discursos de los alcahuetas de la indignidad latinoamericana, seguidores de la
nueva era del ¿cuánto hay pa`eso? internacional, salvando la decencia del
Secretario general de la ONU, que fue el único que se atrevió a mencionar la cuerda
en la casa del ahorcado.
Sin
embargo, entiendo psicológicamente la situación al observar aquella cáfila de
muchachos investidos con el poder popular desfilando ante la monstruosidad más
sanguinaria y cruel de que haya tenido noticias la historia de la humanidad,
para tomarse una gráfica que satisface sus más íntimos deseos infantiles de
retratarse con el ratón Miguelito, llegando al colmo de que la diva Cristina,
la multimillonaria jefa del gobierno argentino, declarara que lleva fotos
“preciosas” tomadas al lado del barbudo criminal.
No
se fotografió con las Damas de Blanco ni con nadie de la disidencia cubana,
como si lo hizo Piñera, como presidente de Chile, pero en nombre de los
demócratas del planeta. Y a medida que leo el larguísimo texto de 83 ítems de
la “Declaración de La Habana de
la II Cumbre de la Celac” me convenzo más de la absoluta carencia de
objetividad – chorro fuera del perol - de estos mamotretos regionales cuya
principal función es ladrarle, pero tras bambalinas, al imperio que les da de
comer – Estados Unidos adquiere el 50% de la producción de América Latina “y el
Caribe” y la paga y no nos llenan el país de gringos como nos lo están llenando
de chinos - pues aquello va desde oposición al cambio climático hasta acabar
totalmente con la pobreza el 2025, ¡hágase la luz!
El
silencio de la prensa internacional sobre el evento, lo que molestó a
Maduro, contrasta con el rufianesco cacareo de los medios gubernamentosos
venezolanos y de algunos dirigentes antiestadounidense pero pro chinos o pro
rusos – antiimperialistas a la manera del genial Cantinflas – que declaran que
la CELAC “es un escenario para defendernos del imperio” - Evo Morales propone a la Celac
espiar a EE.UU. para que haya "seguridad mundial", ¿con que culo se
sienta la cucaracha? - y la
pregunta obligada es: ¿de cuál imperio hablan estos sujetos sin verbo ni
predicado? Porque si alguna región sufre los rigores del imperialismo endógeno
es América Latina.
Comenzando,
como muestra, por el brutal imperio de la ignorancia, sostenida y prohijada de
manera perversa por el socialismo del siglo XXI, pues sin ese apoyo las colas
estarían frente a Miraflores exigiendo el regreso de los productos de consumo
masivo a los anaqueles de los expedíos populares, como existían en la era democrática,
sin embargo es el impero de la ignorancia el que permite a esta retrógrada
manifestación cavernaria – pre política – acceder a espacios de poder para
destruir cualquier posibilidad de desarrollo al que estos tristes remedos de
países, con una espesa nube de dioses, héroes y tumbas gravitando sobre sus
eternos miedos y supersticiones, pudieran acceder.
Para muestra un botón
No
entiendo como Nicolás Maduro, comunista formado en Cuba, pudo aprobar el
siguiente texto incluido en la declaración final, a menos que don Rauleone se
lo indicara con un movimiento de meñique:
“Reafirmamos
que para la erradicación de la pobreza y el hambre es necesario impulsar
políticas económicas que
favorezcan la productividad –
palabreja odiada por el comunismo - y
el desarrollo sostenible de nuestras naciones, trabajar para fortalecer el
orden económico mundial - ¡modestos los muchachones! - en beneficio de nuestros
países, fomentar la complementariedad, la solidaridad y la cooperación, y exigir el cumplimiento de los
compromisos de ayuda al desarrollo, por parte de los países desarrollados - ¿no suena a pedir cacao?
Y
este otro que no tiene desperdicio, tomando en cuenta el odio que siente Maduro
por la empresa privada, si es venezolana claro, porque a la extranjera, tal
como su creador, la enriquece a más no poder: “…reconocemos la valiosa contribución del sector privado, de la
sociedad civil, de los movimientos sociales y la sociedad en su conjunto…”.
Alguien está loco de bola, Bartolo, o yo me perdí en algún recodo del
camino. Sale pa´llá.
Rafael
Marrón González
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