Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

9 de marzo de 2014

PUERTO ORDAZ ES… CIUDAD GUAYANA




Puerto Ordaz se llama en puridad histórica el muelle de Ferrominera Orinoco, cuya primera de las tres secciones que lo conforman llegó remolcada desde Orange, Texas, el 21 de Mayo de 1952. Así que Puerto Ordaz, a diferencia de Puerto Cabello o La Guaira, no es puerto propiamente dicho,  por lo tanto ese primer término de su nombre es, cuando menos, artificial. Puerto Ordaz no es puerto.

Son, las mal llamadas hoy, empresas básicas, las que poseen muelles sobre el Orinoco para sus operaciones privadas de carga y descarga. Y en cuanto a su apellido “Ordaz”, y fuera de cualquier consideración subalterna o xenófoba, opino que el personaje honrado, dando su nombre a esta ciudad, no calza los puntos históricos necesarios para derivar en gentilicio, aunque este conquistador español, nacido en Castroverde de Campos, España, en 1480, fue el primero en dar referencias ciertas del Río Orinoco, y de la región de Guayana, con lo que lo incorporó al territorio colonial hispano y le consagró su nombre que tomó de la voz tamanaca Urinoco.

El 4 de Diciembre de 1529 hace una solicitud al consejo de Indias para emprender el descubrimiento, conquista y población de Venezuela, desde el Cabo de la Vela hasta el río Marañón, “tierra que se tiene por muy rica”.  El 20 de Mayo de 1530 le fue concedida la gobernación del Marañón,  que iba desde la desembocadura de éste (Amazonas) hasta Macarapana, en una distancia, estimada, de 200 leguas.
El 23 de Junio de 1531 entró al Orinoco, en época de lluvias y de inundaciones, navegaban contra la corriente, ayudados por remos y por cables, carecían de las provisiones necesarias y no podían buscarlas en tierra por lo anegadizo de la zona, había muchos enfermos en la tripulación, se habla de 300 muertos en esta etapa.

Tras varios días de navegación llegaron al poblado de Uriapari o Huyapari, nombre del cacique que también daban al río, ubicado en la región de Barrancas en el Estado Monagas. Recorrió unos 900 kilómetros por el río y debió retornar en Enero de 1532 después de visitar pueblos ribereños como Caruao, Tuy, Cumacá, Batubaru (o Bratuparu), Caberuco (Cabuto o Cabruta), y Aruacai; tuvo enfrentamiento con los indios en varios lugares con muertos en ambos bandos. Se dice que llegó hasta las cercanías del Meta o que penetró en él pero las corrientes no lo dejaron avanzar.

Todo esto estimulado por otra versión de la leyenda de El Dorado, la del “reino del indio tuerto”, otra fantasía que exacerbó la codicia de Ordaz que dejó las ricas tierras mexicanas para explorar las inhóspitas selvas guayanesas. Su retorno al fuerte de San Miguel de Paria causó profunda decepción, pues, regresaba con la gente diezmada, enferma y agotada y sin la riqueza esperada.

Por conflictos de intereses con la gente de Cubagua fue apresado bajo la acusación de apropiación de bienes, de usar la fuerza para hacerse seguir por su gente y de haber provocado violencia entre indios pacíficos y haber dado muerte a muchos de ellos.  Absuelto de los cargos, decidió contrademandar a su principal acusador Ortiz de Matienzo, para lo cual partió a España con Jerónimo Ortal y Matienzo.
Se dice que éste, temiendo que la influencia de Ordaz en la Corte lo perjudicara, decidió envenenarlo durante la travesía. El cuerpo de Ordaz fue lanzado al mar, un día desconocido de 1532. Tenía 52 años y nada que lo distinguiera realmente sobre la banda de corsarios que, en pos de riquezas, asolaron estos parajes.

Ni puerto ni Ordaz: Ciudad Guayana

Así que como Puerto Ordaz no es puerto ni debe ser Ordaz, lo lúcido es que asuma el nombre que la identifica desde sus primeros días, cuando la prensa regional, sita en Ciudad Bolívar, fechaba las noticias en Ciudad Guayana, en un esfuerzo por imponer el nombre. Pues le llegó la hora: Puerto Ordaz es… Ciudad Guayana, y ahora como realidad geográfica inconfundible.

La ruptura de esta unidad político-administrativa, debe derivar en dos municipios autónomos: San Félix, capital San Félix  y Caroní, capital Ciudad Guayana. La ley habla de “segregación”, para casos como este. Lo importante es reconocer la necesidad de dotar a cada entidad de una administración a dedicación exclusiva – la conurbación Ciudad Guayana solo era posible bajo la égida de la Corporación Venezolana de Guayana con rango ministerial -  ya que las realidades socio económicas son distintas y diferentes los problemas que las agobian.

Ciudad Guayana – otrora Puerto Ordaz – es una realidad mucho más compleja y diversa que San Félix, y necesita resolver problemas que afectan su dinámica natural, como el caso de las redomas, el vertedero de basura de Cambalache, la contaminación de las empresas reductoras de acero y aluminio que están ocasionando graves problemas de salud pública, el rescate de las zonas industriales, la construcción de un aeropuerto internacional, la promoción de su desarrollo económico como ciudad central del eje Orinoco – Apure, además del mantenimiento de sus calles y avenidas y la búsqueda de la excelencia en el suministro de sus servicios públicos.

En conclusión     

Iniciamos este año 2014 con el firme propósito de lograr dotar a Puerto Ordaz de una administración propia, bajo una gerencia autónoma, que responda exclusivamente a sus exigencias socioeconómicas, acorde con las necesidades de una ciudad cosmopolita de sus proporciones monumentales y de un nombre acorde con su modernidad y este debe ser Ciudad Guayana como celebración de aquella feliz metáfora con la cual el maestro Gallegos definió Guayana: “Una vasta inmensidad con un rumor de pueblos latiéndole en el silencio”.


Rafael Marrón González

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