Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

5 de octubre de 2014

REPÚBLICA, EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA II



El Estado de Derecho, cuyo sustento es la Ley, ante cuyo imperio todos somos iguales – la única igualdad posible es ante la ley, principio constitucional que el gobierno “igualitarista” viola - es el garante de las libertades civiles, con énfasis en la libertad de expresión, y el camino corto hacia el respeto al derecho ajeno, mientras se forma en la escuela, que es el camino largo, el ciudadano imprescindible para la república - por introyección de valores - y que elimina la lucha de clases socialista.

El simple cumplimiento y aplicación de las leyes, en su soberbia característica igualitaria,  generarían la más soberbia  de las revoluciones que Venezuela haya conocido  - y mire que ha conocido.  Porque las leyes, en su inexorabilidad, son el sustituto social a la barbarie del hombre contra el hombre, y marcan la relación hombre – sociedad con dos definiciones: ética, que es la responsabilidad y compromiso del sujeto con la sociedad; y justicia, que define la responsabilidad o compromiso de la sociedad con el individuo, lo que vendría a ser la “venganza” de la sociedad, a través de la ley y sus instituciones, contra el sujeto  transgresor  de sus normas de convivencia. Aquí vemos mucha gente pidiendo justicia, pero a nadie exigiendo ética.

El estado está conformado por instituciones

La otra base de la Democracia es la Institucionalidad pública, que llamamos Estado,  que es la  entidad que establece la relación del poder con el ciudadano, y se define como el conjunto organizado de la entidades políticas, jurídicas, sociales, militares, policiales, administrativas y económicas, cuyo funcionamiento debe obedecer a estrictas normas constitucionales para impedir su subordinación al poderoso poder ejecutivo, que lo es por la administración de los recursos económicos del estado, cuyo manejo personalista determina la dictadura.

Por eso es imposible que el socialismo pueda  funcionar en un estado democrático, pues le estorba la división de poderes, como la alternabilidad y la descentralización, ya que considera que su llegada al poder significa la derogación de toda instancia perturbadora de su síndrome de colocación final. El socialismo es un acto de barbarie que se asume, en su esquizofrenia, la máxima aspiración de los pueblos, la alternativa final del orden político universal y quien disienta es traidor a la patria. 

La división de poderes

La democracia se sustenta en la división y autonomía de los poderes públicos, que en el caso nuestro, según la Constitución 1999,  son cuatro, dos de los cuales son herramientas de regulación y control del poder ejecutivo para evitar posible propensión a la autocracia o a la corrupción. La sumisión de los poderes públicos de control al poder ejecutivo significa, sencillamente, dictadura.

En la actualidad la división de poderes es inexistente y sus magistrados se han encargado de confesarlo sin rubor alguno, al manifestar su adhesión incondicional a los lineamientos políticos del partido gobernante, llegando al extremo de asegurar que la autonomía de los poderes de control frente al poder ejecutivo, obstaculiza la eficiencia del estado. De esa misma manera podemos inferir que la policía obstaculiza la eficiencia del hampa.       

De 7 millones de habitantes a 23 millones en 40 años

Durante esos cuarenta años, que transcurren de 1958 a 1998, la población venezolana asciende de 7 a 23 millones de habitantes, a una tasa de 400 mil habitantes por año, proporción superior a toda la registrada en la historia del país, si contamos que desde el año 1800 a 1961, en 161 años, el censo pasó de 800 mil habitantes a 7.523.999, es decir, 41.763,9 h/a. 

Esto ocurre, entre otras variables, por el manifiesto aumento de la calidad y expectativa de vida de la población, ya que  Venezuela dio un salto espectacular, en este tiempo, a pesar de haber malgastado sus primeros doce años en la lucha contra el castrocomunismo alzado en armas que cobró centenares de vidas jóvenes de parte y parte, distrajo ingentes sumas de dinero y perdió una generación que hoy todavía deambula moribunda en el primitivismo político.

Venezuela de país rural a la modernidad física en 40 años

Cuando el  23 de enero de 1958 se restaura el hilo constitucional interrumpido en 1948, la empobrecida población provinciana, condenada a la miseria por el tirano Pérez J. que concentró toda su obra arquitectónica en Caracas para poder robar cerquita,  emigra del campo agotado e insalubre a las grandes urbes donde crea improductivos cordones miserables que constituirían el descalabro de la Democracia. Y todo ello porque los precios irrisorios del petróleo fueron insuficientes para atender la creciente demanda de servicios públicos de una población ávida de progreso, pero sin su aporte productivo.

Por ello el éxito político del proceso castro comunista en Venezuela se debe al elevado precio del petróleo que sortaria y sorpresivamente recibió el extinto, cuya absoluta falta de escrúpulos le permitió usarlos discrecionalmente para el reparto irresponsable que le redituó inmensa caudal político interno y externo, a costa de la ruina de la república, que en su oceánica ignorancia confundió con liderazgo ideológico, encontrándose hoy sus herederos con que si no hay real no hay ropa.    

El fracaso más notorio de la democracia

El chavismo toma la escuela ideológicamente porque entendió que el fracaso más notorio de los 40 años de democracia sucedió en el campo de la educación, porque la democracia no se decreta, es un largo proceso cultural. Sin embargo, a la democracia le costó 40 años desgastarse, por errores y omisiones propios de un liderazgo tercermundista, pero el “proceso” en apenas 15 años es un traste grotesco y despreciable.  Sale pa´llá.


Rafael Marrón González

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