Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

5 de octubre de 2014

REPÚBLICA, EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA



La voz ¨República¨ define políticamente a todo Estado que no sea monárquico, y su diferencia básica la constituye la decisión civil de asumir el sistema basado en el derecho ciudadano para elegir la autoridad representativa de la nación,  en contraposición al derecho  divino que identificaba las monarquías teocráticas. Al vigorizarse la conciencia de patria, Venezuela, hasta entonces sumisa colonia monárquica,  decidió constituirse en República, una e indivisible desde el 5 de Julio de 1811 hasta nuestros días - toda “refundación es espuria -  a pesar de su transitoria y obligada incorporación a la federación de repúblicas que constituyó la llamada, por los historiadores, Gran Colombia. Y para honrar la voluntad expresada por líderes civiles, no por militares, en el Acta de la Independencia, Fe de Vida de la Nación Venezolana – y su primera constitución - libró una guerra comandada por civiles asimilados a la estructura militar,  contra el imperio ultramarino dominante, que duró diez años y costó cerca de 300.000 vidas.

Para que exista la República es fundamental la educación

Es importante destacar, después de su definición,  que para  desarrollar una república, es decir, el paso inmediato posterior al de  asumir una nación la potestad del derecho ciudadano frente al derecho divino,  es imperativo que el Estado decrete y asuma la educación, en todos sus niveles,  como un derecho gratuito y obligatorio.

Porque la educación permite a cualquier ciudadano “hijo de vecino” la igualdad de oportunidades para acceder  al ejercicio legal de la autoridad, frente a la herencia o al poder económico. Esto es fundamental entenderlo, porque la educación gratuita y obligatoria, incluido su nivel universitario, es la única posibilidad  que tiene la República de generar movilidad social, económica  y política para su sustento, además,  la educación eliminó la lucha de clases comunistas. 

Sin educación gratuita y obligatoria, financiada por el Estado, se reduce la posibilidad del ejercicio de la autoridad por el pueblo, con lo que la igualdad de oportunidades desaparece y se crean clases dominantes basadas en premisas ajenas a la concepción republicana. Por ello es imperativo detener cualquier intento privatizador de la educación superior, porque su gratuidad es un fin supremo para la existencia de la República. 

En Venezuela fue el 27 de Junio de 1870 cuando, bajo el gobierno de Guzmán Blanco, se promulgó la Ley que establecía este derecho fundamental para la nación. Este decreto, la obra máxima de Guzmán Blanco, que fue  dictado apenas dos meses después de llegar al poder, antecedió a su equivalente francés por más de 10 años, pues la educación primaria en Francia se hizo gratuita en 1881, y obligatoria y laica en 1882, durante la III República. 

República y democracia son sinónimos en el mundo de hoy

La democracia tiene pocos siglos de consolidada en la mayoría de los países del mundo, y en América Latina es todavía primitiva, por ello, aún en los políticos más cultos, se ha confundido democracia con “gobierno en democracia”,  y la ineptitud, cleptocracia, barraganía, autocracia o ineficacia de éstos, ha contaminado el concepto de democracia creando en el pueblo afectado un rechazo hacia lo que en realidad significa su única posibilidad de acceder al progreso por el desarrollo integral del individuo, ya que toda forma de desarrollo gregario o comunista ha fracasado estrepitosamente en el planeta, y con la mayor miseria a pesar del inmenso costo en tiempo vital y vidas humanas despilfarradas, cuyo ejemplo más palpable por lo inmediato, lo tenemos en la Venezuela de hoy, sumida en la ruina y el desorden por haber obviado la enseñanza de los valores democráticos en la masa poblacional.

Permitiendo que la definición tradicional de democracia, por la premisa de Montesquieu, como “gobierno del pueblo”, sirviera como fachada para cualquier andamiaje tiránico sustentado por una muchedumbre desinformada, seducida por la promesa de dormir comida. La definición académica no se aleja mucho de esta primera referencia y sostiene que la democracia es un “régimen político en el cual la soberanía pertenece al conjunto de los ciudadanos sin distinción, es decir, al pueblo”, y la divide en representativa, autoritaria y social, a las que se suma ahora en Venezuela, otra adjetivación divisoria impráctica, la “participativa”.

La frase “régimen político” con la que se inicia esta última definición  refiere a “conjunto de reglas o normas” es decir “sistema”. Y desde este punto adelantamos una definición acorde con nuestras realidades y esperanzas, y sustentada en el enunciado de Bolívar, y coincidente en fondo y forma con la Carta Democrática suscrita de manera unánime por todos los miembros de la OEA: 

Democracia es el  sistema político, cuyos gobiernos están sujetos a las normas constitucionales establecidas por la ciudadanía en el libre ejercicio de su soberanía, que profesa y garantiza el respeto a los derechos fundamentales y naturales de la persona humana y en particular a la libertad política, civil y personal, mediante la separación autonómica de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y consagrado a producir la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política.  

Preferimos el término “ciudadanía” en lugar de pueblo, porque un país está integrado por ciudadanos, es decir, sujetos de derechos, conscientes de su condición de hombres y mujeres libres y responsables de las consecuencias de sus actos. La representantividad en este caso no define una forma de democracia sino que es la manera con la que la ciudadanía participa, por interpuesta institución, en la supervisión de los actos del gobierno elegido. Esta definición elimina adjetivaciones a la democracia, Es democracia, y punto.  Continuará.

Rafael Marrón González



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