Cuando denuncio al ladrón y al canalla sólo al canalla y al ladrón señalo

Cuando llamo ladrón al ladrón y canalla al canalla, sólo al ladrón y al canalla aludo. Ladrones y canallas suelen cobijarse bajo la pudibundez moral, la insulsa descalificación y las leyes dictadas ex profeso para acallar la voz tronante que los desnuda como canallas y ladrones. Nada me produce más satisfacción que contemplar los cadáveres insepultos de ladrones y canallas, aullando sus pútridas carnes las huellas de mi látigo, deambular ululantes en los muladares buscando un rincón para cavar sus tumbas con la sordidez de su moral deshilachada. ¡Silencio ladrones y canallas que, aunque los tiempos parecen favorecer a canallas y ladrones, este espacio es un reducto de la decencia y de la integridad!

5 de octubre de 2014

LA ORACIÓN DE PERICLES



“La democracia no es natural al ser humano. La democracia es un invento. Y por ser un invento, una creación, es necesario enseñarla y es necesario aprenderla”, sobre todo en casos como el que padece Venezuela, donde un lenguaje criminal pretende reducir la democracia a un asunto de miedo y resignación. Las amenazas concretas de los hombres de poder que han sustituido al extinto, nos llevan a determinar que la lucha es entre democracia y socialismo como una traducción de civilización vs barbarie.       

Como demócrata estoy convencido de la superioridad creadora de la libertad, pero también de su fragilidad, y por ello es insoslayable la responsabilidad de difundir sus valores para enfrentar la amenaza de oscurantistas formas de opresión que la ignorancia sustenta, justificadas por la pobreza, como la que un grupo de retrógrados manejados desde Cuba, el país más miserable del planeta, que hasta practica la trata de esclavos, ha intentado imponer a sangre y fuego en Venezuela, tarea ciclópea - porque no nos rendimos ni lo haremos - que les ha consumido 15 años de su deletérea existencia, la vida de muchos de sus dirigentes y arruinado la república.

Esto aunado al hecho incontrovertible, comprobado, y lo repito, en la confusión del pueblo ingenuo del concepto de democracia con el desempeño de los gobiernos en democracia, de que el único fracaso de la democracia venezolana ha sido la incapacidad de la educación para formar demócratas, es decir, ciudadanos, con la suficiente conciencia inteligente para ser capaces de vivir plenamente la libertad con la suficiente compromiso ciudadano para impedir que la desigualdad creada por su ejercicio genere insalvables brechas sociales que amenacen el sistema político que la consagra.

El problema de la pobreza es un enemigo mortal de la democracia porque genera argumentos para los cultores del gorilismo de izquierda,  que preconizan la tiranía como su panacea, obviando que ella ha sido precisamente su caldo de cultivo por impedir el desarrollo del individuo, que solamente puede ejercer en libertad, y por ello se considera este derecho valor fundamental de la democracia, por encima de la igualdad,  porque mientras la libertad es un derecho natural  - inherente a la naturaleza humana - junto a la vida y la propiedad,  la igualdad es jurídica, política y social, es decir artificial, para garantizar que ante las leyes todos sean de igual condición, que es mejor definida como equidad,  y que por nacimiento todos tengan la misma oportunidad de acceder a la autoridad a través del sufragio,  a  los beneficios de la sociedad, a través de la educación gratuita y obligatoria hasta el nivel superior, y a las artes, la industria y el comercio, aunque no todos lo logren.

Algunos teóricos confundidos pretenden, demagógicamente, privilegiar la igualdad genérica, por encima de la libertad, porque el ejercicio de ésta produce lógica desigualdad social o económica. Entonces, según ellos, para corregir esta “injusticia” hay que igualar por debajo impidiéndole la libertad de crecer a quien lo procure con su esfuerzo y dedicación para que sean “iguales” a los imposibilitados intelectuales o morales. Aunque el ascenso de los hombres libres produce desigualdad, su paradigma equilibra las acciones.     

La Oración de Pericles

En el siglo V antes de Cristo, Pericles, que era un brillante tribuno, como Jefe del Partido Democrático, sintetizó a sus conciudadanos en una Oración, que ha llegado hasta nuestros días, su definición de Democracia: “Nuestra administración favorece a la mayoría y no a la minoría; es por ello que la llamamos Democracia. Nuestras leyes ofrecen una justicia equitativa a todos los hombres por igual, en sus querellas privadas, pero esto no significa que sean pasados por alto los derechos del mérito. Cuando un ciudadano se distingue por su valía, entonces se lo prefiere para las tareas públicas, no a modo de privilegio, sino de reconocimiento de sus virtudes, y en ningún caso constituye obstáculo la pobreza.

La libertad de que gozamos abarca también la vida corriente, no nos entrometemos en los actos de nuestro vecino, dejándolo que siga su propia senda. Pero esta libertad no significa que quedemos al margen de las leyes. A todos se nos ha enseñado a respetar a los magistrados y a las leyes, y a no olvidar nunca que debemos proteger a los débiles. Y también se nos enseña a observar aquellas leyes no escritas cuya sanción solo reside en el sentimiento universal de lo que es justo.

Nuestra ciudad tiene las puertas abiertas al mundo. Somos libres de vivir a nuestro antojo y no obstante siempre estamos dispuestos a enfrentar cualquier peligro. Tratamos de perfeccionar nuestro intelecto, amamos la belleza y esto no debilita nuestra voluntad. Admitir la propia pobreza, no tiene entre nosotros nada de vergonzoso; lo que sí consideramos vergonzoso es no hacer ningún esfuerzo para evitarla.

El ciudadano ateniense no descuida los negocios públicos por atender sus asuntos privados. No consideramos inofensivos, sino inútiles a aquellos que no se interesan por el Estado; y si bien sólo unos pocos pueden dar origen a una política, todos nosotros somos capaces de juzgarla. No consideramos la discusión como un obstáculo colocado en el camino de la acción política, sino como un preliminar indispensable para actuar prudentemente. Creemos que la felicidad es el fruto de la libertad, y la libertad, el del valor”.

Democracia vs socialismo

Para nuestros jóvenes políticos que encontraron esta lucha en su camino, una comparación entre democracia y socialismo, perteneciente a Alexis de Tocqueville (1848): "La democracia extiende la esfera de la libertad individual, el socialismo la restringe. La democracia le da todo el valor posible a cada hombre; el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un número. La democracia y el socialismo no tienen nada en común sino una palabra: igualdad. Pero observen la diferencia: mientras la democracia busca la igualdad en la libertad, el socialismo busca la igualdad en la restricción y la servidumbre".


Rafael Marrón González

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