La ignorancia es el flagelo de la democracia, como lo es la
incultura al progreso: se cansa el verbo de señalar los elementos que hacen
imposible conciliar el socialismo, el real, no la serenata teórica, con los
principios democráticos, sencillamente porque los valores que sustentan la
democracia hacen imposible el éxito de una forma de gobierno de suyo
autoritaria, que se considera “la alternativa”, la máxima aspiración política
de los pueblos, de tal manera que si llega al poder, por cualquier vía, es para
quedarse, para el “siempre” de la estupidez. Así que socialismo es dictadura o
no es socialismo.
La
ignorancia suele sorprenderse cuando la realidad del socialismo la alcanza:
“¡esto no es socialismo!”. “¿Qué socialismo es este?”. Porque las palabras
usadas por el socialismo en su serenata son irresistibles para la ignorancia:
“gratis”, “dar”, “repartir”, “justicia social”, “igualdad”, “felicidad… por
decreto”, “todo el poder para el pueblo”, “igual salario por el mismo tiempo”,
“el triunfo del proletariado”, “poder popular”, “comuna”, y ese imposible
semántico por contradicción de términos: “gerencia obrera”. El socialismo, que ha destruido toda
posibilidad de popularizar el desarrollo con su nefasto parasitismo social, ha
logrado introyectar la idea de la igualdad, la seguridad social y el bienestar
general como derechos adquiridos a los cuales se puede acceder sin
responsabilidad alguna con la sociedad.
Por
ello en ninguna parte de la serenata habla de trabajo - “hay una sola clase de
hombres, los que trabajan” decía Juan Domingo Perón - ni de estudio y
responsabilidad – consigo, con los suyos, con la sociedad – ni de esfuerzo y
mérito – obtenido por el tenaz cumplimiento del deber – ni de compromiso -
lealtad, probidad, integridad – ni tampoco de equidad. Y menos de una palabra
que es anatema para el socialismo: productividad, pero entiéndase que nacional,
porque hay que ver como estimula este socialismo la productividad internacional
que nos vende hasta papelón con limón.
Y
su desconcierto deriva de haber creído con fe militante que socialismo
es... capitalismo pa´los obreros, pero sobre todo para inservibles, flojos y
mantenidos. De nada vale presentar casi cien años de fracasos del socialismo
donde ha sido, precisamente por la inviabilidad de obtener eficiencia a través
del ascenso de los peores, indicando con evidencias que, por ejemplo,
socialismo no paga prestaciones sociales – de allí la estupefacción de los
sidoristas por las declaraciones de Cabello, a pesar de habérselos dicho
incontables veces por este y otros medios, pero siguen sin captar que es el
modelo no Cabello ni Maduro, así de perversa es la ignorancia - y que considera
la movilidad social por el mérito, inmoralidad pequeño burguesa, y la propiedad
privada un robo, cuando es el primer factor de la libertad del individuo.
El lloroso despertar de la ignorancia
Cuando
el pueblo despierte - regularmente demasiado tarde - del arrobo romántico que
le produjo miríada de votos a los socialistas, que usan los elementos de la
democracia para destruirla, se dará cuenta de que el gobierno, al que le endosó
ingenuamente su soberanía, lo usó de estribo para montarse en el poder y
crear una nueva burguesía pero de ladrones y traficantes, mientras la
“repartición de la riqueza” que le hizo agua la boca, se traduce en una larga
cola frente anaqueles vacíos, con la libreta de racionamiento en la mano y en
el lomo el sello que certifica haberle vendido el alma al partido.
Pero
cómo introyectar esta verdad incontrovertible a priori, a un pueblo pervertido
por la promesa de vivir sin trabajar – cambio riqueza petrolera por ciudadanos
- que no quiere escuchar la verdad que lo hará libre por la asunción responsable
de sus actos, y cuya premisa es universal: este sistema fallido y forajido de
gobierno no puede combatir la pobreza, pues además de que su desacierto en
materia económica reditúa obligatoria miseria, la pobreza le es tan necesaria
como el militarismo.
Sin
pobreza mendicante no es posible la perennidad del socialismo, que, como le
expresara Fidel al insepulto, es miseria para todos. Es incalificable que un
pueblo no sea ni siquiera capaz de analizar la realidad de un gobierno
que ha entregado a todo pulmón la soberanía política de la nación a Cuba, la
económica a China y la alimentaria a Brasil y Argentina. Y cuya generosidad
irresponsable derivó de los altos precios del petróleo, y no de la superioridad
moral del socialismo, y que al bajar estos o declinar la producción petrolera,
como está sucediendo, ese reparto se imposibilita dejando a los favorecidos en
peor estado de postración social. Y, lo más grave, que para compensar su
desastre financiero, en lugar de rectificar esta insania, esté apelando a los
ruinosos empréstitos internacionales, uno de los argumentos del extinto para
alzarse contra la democracia, septuplicando la deuda que para aquel momento
tenía la república, hipotecando a futuro la ya exigua producción
petrolera a los salvajes capitalistas chinos, lo que extenderá la pobreza por
siglos.
Así
de inconsciente es el pueblo que insiste en apoyar esta inmensa traición a la
soberanía nacional y a la libertad de su nación. Y este es un misterio
desentrañable: “No existe en el mercadeo internacional un producto peor que el
socialismo que se haya vendido tanto y durante tanto tiempo. Es un misterio que
un producto tóxico para la libertad del individuo y para el desarrollo de un
país tenga como adeptos fanáticos especialmente aquellos que más perjudica”.
Por eso Bolívar, el histórico, no el político que sirve para los intereses de
cuanto desaprensivo quiera hurgar en las entrañas del pueblo, el que es símbolo
de unidad para todos los venezolanos, sencillamente porque solamente puede
querer el bien para todos, no se peló: “Un pueblo ignorante es instrumento
ciego de su propia destrucción”. Sale pa´llá.
Rafael
Marrón González
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